Juana la Beltraneja
(Juana de Castilla, llamada la Beltraneja; Madrid, 1462 - Lisboa, 1530) Princesa castellana. Aunque nacida del matrimonio de Enrique IV de Castilla con su esposa Juana de Portugal, los adversarios de su padre la acusaron de bastarda, en virtud de los rumores sobre la impotencia del rey y la frivolidad de la reina; de ahí su apodo, pues decían que Juana era hija del favorito Beltrán de la Cueva.
Esta circunstancia, de la que no existen pruebas, empezó a ser aludida por los participantes en la revuelta nobiliaria contra Enrique IV de 1464-68. Los rebeldes defendieron primero los derechos del infante don Alfonso (hermano del rey), y al morir éste durante la revuelta, de su otra hermana, la infanta Isabel (la futura Isabel I de Castilla, llamada la Católica).
Por el Pacto de los Toros de Guisando (1486), Enrique IV se comprometió a revisar el orden sucesorio (Juana había sido jurada como heredera por las Cortes) para dejar como heredera a Isabel. Pero el monarca incumplió la promesa a raíz del matrimonio de Isabel con Fernando II de Aragón (1469) y, en 1470, reconoció a Juana como heredera legítima.
Al morir don Enrique cuatro años después, se inició una guerra civil en Castilla entre los partidarios de Isabel y los de Juana, apoyados éstos por el rey de Portugal, Alfonso V, que contrajo matrimonio con la Beltraneja. Tras ser derrotados sus partidarios, el Tratado de Alcaçovas (1479) obligó a Juana la Beltraneja a recluirse en un convento de Coimbra. Salió de allí unos años más tarde para ir a establecerse en Lisboa, donde permaneció hasta su muerte haciéndose llamar reina de Castilla.